¿Recuerda los tiempos en que para encontrar pareja había que tener un poco de suerte, quizás alguna intromisión bienintencionada de los amigos, o incluso una pizca del destino? Pues bien, esas pintorescas nociones se están renovando con la alta tecnología. Hoy en día, las aplicaciones de citas cuentan con sofisticados algoritmos que procesan datos como un superordenador enamorado, en busca de la pareja perfecta. Pero, ¿cómo es posible que un montón de código sepa si tú y ese guapo desconocido con la foto de perfil del perrito estáis destinados al romance? Analicemos la ciencia y añadamos un poco de humor.
Todo empieza con un perfil (honesto)
Piensa en tu perfil de la aplicación de citas como en los ingredientes crudos de la poción mágica de la compatibilidad. Los algoritmos se alimentan de los siguientes detalles:
- Lo básico: Edad, ubicación, preferencias de género, etc. Estos son los factores decisivos. Ningún algoritmo puede desafiar una distancia de 800 km o el amor por los gatos de un contrario.
- Intereses y personalidad: Desde las actividades de fin de semana hasta tu postura ante las comas de Oxford, éstas son las especias que dan sabor a tu persona digital.
- Los rompedores de tratos: Sus manías, su hábito de fumar, si disfruta haciendo la declaración de la renta... ¡nadie quiere sorpresas sobre las cosas importantes!
- Respuestas a las preguntas: Esas extravagantes preguntas de la aplicación ("¿Preferiría luchar contra 10 caballos del tamaño de un pato o contra 1 pato del tamaño de un caballo?") ofrecen ideas sorprendentes.
Consejo: Sé sincero. Puede que te resulte tentador presentarte como un maestro del yoga al aire libre cuando en realidad lo que te apetece es ver maratones de Netflix, pero confía en el algoritmo, al final descubrirá la verdad.
El algoritmo de clasificación comienza su trabajo
Ahora empieza la diversión. Los algoritmos utilizan distintos métodos para establecer coincidencias, pero aquí tienes algunos de los más comunes:
- "El Bibliotecario": Organiza a los usuarios en función de intereses comunes, como libros, viajes o un amor eterno por los podcasts de crímenes reales.
- "El Psicólogo": Analiza rasgos de personalidad, estilos de comunicación e incluso indicadores de inteligencia emocional a partir de tu perfil.
- "Los estadísticos de Cupido": Estas calculan las puntuaciones de compatibilidad basándose en emparejamientos anteriores (si dos frikis de la ciencia ficción amantes de los gatos encontraron el amor, quizá tú también lo hagas).
- "El comedor quisquilloso": Utiliza tus "dealbreakers" absolutos para filtrar al instante las coincidencias inadecuadas. (¡Adiós, entusiastas del karaoke!)
La salsa secreta: aprender con el tiempo
Los mejores algoritmos no sólo se basan en tus datos iniciales, sino que estudian en secreto cada uno de tus movimientos.
- El poder del golpe: Cada deslizamiento a izquierda o derecha enseña al algoritmo más cosas sobre preferencias sutiles.
- El mensaje importa: Con quién te relacionas, con qué rapidez respondes... esto afina la comprensión del algoritmo de lo que despierta tu interés.
- No se trata sólo de ti: Los algoritmos tienen en cuenta el conjunto de usuarios y aprenden de los patrones generales de interacción dentro de la aplicación.
Está bien, pero En realidad ¿Trabajar?
La respuesta corta: Más o menos. Los algoritmos tienen limitaciones, no pueden predecir esa escurridiza chispa de química. Piensa que aumentan tus ODDS y reducen el campo de posibles parejas. He aquí por qué no son garantía de amor verdadero:
- El amor es desordenado, los algoritmos son ordenados: La atracción implica matices que los algoritmos no pueden medir: una risa determinada, cómo huele alguien, un sentido del humor compartido que desafía cualquier categorización.
- Los algoritmos pueden reflejar sesgos: Si el conjunto de datos está sesgado o las preguntas están mal formuladas, pueden perpetuarse los estereotipos.
- Brecha entre perfil y realidad: Todos exageramos un pequeño en las aplicaciones de citas. Los algoritmos no pueden teletransportarte mágicamente a una primera cita para comprobar los hechos.
Conclusión
Los algoritmos de las aplicaciones de citas son herramientas tecnológicas impresionantes, pero no los coronemos como los nuevos amos del romance. Aunque te ofrezcan perfiles compatibles, la magia de la conexión humana sigue estando en tus manos.
Piensa en el algoritmo como en una peculiar casamentera que te propone interesantes citas a ciegas. Tu trabajo consiste en aportar tu verdadero yo, una mente abierta y una dosis de sano escepticismo. Al fin y al cabo, a veces las mejores historias de amor empiezan con aquellas que el algoritmo nunca vio venir. Así que prepárate para hacer swipe, ríete de los errores ocasionales del algoritmo y confía en tus instintos por encima de todo.